Una de las sonrisas más bonitas y contagiosas que he conocido, estaba apagada, con unos ojos apenados, que se resistían a encerranse en su aflicción. Nunca te lo he dicho, pero adoro tu risa, porque ilumina. Tu alegría me recuerda lo bien que está encontrar a personitas como tú. Que te hacen reír, y conceden unos segundos de felicidad, pese a que no todo esté bien.
Sabes, querida amiga, en el fondo no está mal. Porque, ¿Te imaginas que todos siempre fueran muy felices, y mostraran una gran sonrisa por sentirse bien? Si eso pasara, significaría que no existirían los sentimientos, ni las emociones; y eso haría que vivir fue una mar de aburrimiento. Qué sería de la vida, o del descubrimiento con nuevas experiencias, si no fuera también por las sonrisas tristes, esas que tanto duelen, amargan, desgarran... pero a la vez nos hace tan fuertes.
Así que, siempre se saca algo bueno de lo malo.
A Natalia, la chica de la Sonrisa más bonita y contagiosa.
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